aerconsistensis

Paz Interior, Felicidad Permanente — Un libro de Alejandro Quiroga Alsina

La historia de los caminos

Soy profesor universitario desde hace muchos años. Durante el primer tercio de mi vida docente enseñé materias técnicas. En el año 2001 rendí mi tesis de MBA y desde ese momento decidí que quería enseñar en carreras de ingeniería lo que había aprendido en el MBA y es que en ingeniería faltaban materias como las que yo acababa de cursar. En el año 2009, ya de regreso en San Juan, pude comenzar a enseñar lo que en ingeniería se llaman materias blandas (por contraposición con las materias duras o exactas, como matemáticas o física). Primero como jefe de trabajos prácticos, luego como profesor asociado y por último como titular. Hice realidad mi sueño y verdaderamente disfruto de cada clase que doy.

Hoy puedo decir que durante los últimos cuatro años de mi vida estuve haciendo, sin saberlo, una especie de posgrado en el tema de la búsqueda y el conocimiento de mí mismo. Le he llamado aerconsistensis. No fue fácil ponerle nombre, muy rápidamente vienen a mi memoria los cursos que conozco y conocés de “evolución consciente”, “crecimiento espiritual”, “coaching” y tantos otros. Hice varios de esos cursos, estaba buscando lo que finalmente encontré cuando no tuve más remedio que enfrentarme a mi verdad. En esto, Anthony de Mello fue mi maestro más grande y sigue siéndolo.

Al igual que me pasó en aquel 2001 que dije, “quiero compartir esto que aprendí”, con quienes sabía que podían darle un buen uso, hoy me pasa que quiero compartir esto que aprendí con quienes sé que pueden darle un buen uso. Y me propuse preparar el concepto y el contenido de un curso en el que relataría mi experiencia personal en mi viaje hacia mi interior.

Y lo hice.
Vení, te lo presento:


¿Qué significa «aerconsistensis»?

El nombre del proyecto combina dos raíces imaginarias pero muy significativas:

  • “aer”: el aire, lo que fluye, lo invisible, lo sutil.
  • “consistensis”: una evocación de la consistencia, de lo que se sostiene, se organiza y se vuelve real.

Ambas palabras, con raíces en el griego “aer” (aire) y en latín “consistentia” (estar de pie, permanecer firme y estable), expresan un principio que guía todo el enfoque de estos cursos:

ligereza con sostén,
profundidad sin solemnidad,
cambio sin autoexigencia,
estructura con libertad.


“aer”: lo sutil, lo liviano, lo que nos envuelve sin que lo notemos

En estos cursos, el aire representa:

  • El espacio para respirar y pausar
  • La posibilidad de observar sin juzgar
  • La capacidad de estar presentes sin forzar nada
  • El permiso para fluir y cambiar

“No tenés que ser de una manera. Solo estar. Y desde ahí, moverte.”


“consistensis”: lo que se sostiene, lo que da forma, lo que organiza

Los cuatro significados de consistencia, aplicados a la experiencia del curso:

Firmeza o cohesión

El curso te ayuda a construir hábitos, rutinas y decisiones que calan hondo.
Todo eso nace de vos, no te imponés nada. Vas a aprender a sostenerte mejor.

Coherencia y estabilidad

Vas a revisar cómo estás actuando hoy… y qué ajustes te darían más paz.
¿Tus decisiones están alineadas con lo que querés para vos?

Solidez estructural

Vas a poder resistir los temporales y las tempestades. Los sacudones del suelo. Los vaivenes fuertes de la vida.

Concordancia interna

Uno de los logros más grandes: empezar a sentir que lo que pensás, lo que sentís y lo que hacés van en la misma dirección.
Esa sensación de “acá estoy, y me gusta quién soy ahora”.


Las etapas de la vida

Según mi punto de vista, en cada etapa de la vida la manifestación del ser es diferente en naturaleza:

  • Al principio es un descubrimiento intuitivo, el ser es una sospecha que se manifiesta como posible. Y todo el tiempo hay cosas importantes a las cuales prestarles atención. Hay que correr, hay que avanzar, hay que indagar, hay que explorar.
  • Luego el ser se esconde, se va. Es que hay que seguir corriendo, pero ahora para lograr, para alcanzar, para conquistar. Y eso es tan difícil. Son objetivos elusivos por definición, y por lo tanto son la raíz de intensas frustraciones. Y el ser sigue escondido y no acude en nuestro rescate.
  • Por último llega el cansancio. Tanta frustración cansa. Y uno se pregunta ¿quién soy? ¿qué hago acá? ¿adónde voy? ¿por qué? El ser reaparece e intenta proporcionar respuestas… sin éxito. Es que son preguntas existenciales y son difíciles de responder.

Ubico esas etapas, sin esfuerzo y basándome en mi experiencia, en los siguientes rangos etarios:

  • Desde los 20 a los 30 años: etapa de exploración, búsqueda de identidad, ambiciones fuertes, ansiedad vital, se enfrentan decisiones importantes. Es el Camino del Aire.
  • Desde los 31 a los 50 años: etapa de consolidación, toma de decisiones clave, comienzo del desgaste, conflicto entre ideales y realidad, crisis de sentido, desgaste, prioridades. Es el Camino del Fuego.
  • Desde los 51 años en adelante: etapa de balances, primeros destellos de lucidez, saturación del deseo, replanteos profundos, cierre, serenidad, legado. Es el Camino del Agua.

No son límites fijos, son ideas aproximadas de por dónde va la cosa. Hay quienes viven una etapa más largamente y quienes viven otra muy intensa y brevemente. No he incluido la vida antes de los 20 años porque, según mi parecer, el contenido de aerconsistensis solo puede ser útil para los que ya cumplieron esa edad.


Núcleo común

El hilo conductor de todos los cursos es un viaje existencial en tres caminos, donde cada edad enfrenta el mismo núcleo:

La consistencia interior como puerta a la paz


Y así nacieron los caminos

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